La noche cauteriza sus ojos mientras la brisa estival mece sus sentidos, la turbia soledad de la compañía acompaña cada minuto, la quietud inmensa del movimiento inunda cada rincón, la alegría infinita de la tristeza condena cada paso, mientras la mente disputa una guerra con un fatigadamente inmortal corazón.
La jaula acompaña la libertad del que escapa encadenado, la noche se ilumina con blanca luz diurna mientras el día se oscurece con blancas nubes de algodón. Tratando de escapar del amargo dulzor de un cielo en llamas, el tigre alza sus ojos melancólicos de jaula mientras corre rodeado de libertad. Fatigadamente fresco se muestra ante sus compañeros de carreras, mientras siente los barrotes de su libertad.
Ansía carreras, ansía sabanas, anhela horizontes infinitos y galopes interminables, llora en su extensa pradera deseando tal vez volver a una jaula urbana, tal vez a una jaula antaña o, simplemente, liberar sus bigotes al viento cálido y seco de quién se siente infinito.
Un tigre, tristemente alegre y alegremente triste, que recorrió caminos inconexos sin vuelta atrás que aún sueña con sus galopes.
Aquel tigre enjaulado, siempre quiso volver mas nunca quiso regresar pues sus rudos bigotes sostienen una eterna sonrisa carente de energía pero llena de alegría, mas un tigre enjaulado es.
Nadie pudo poner diques al mar, nadie pudo esconder el sol en una campana.. nadie pudo enjaular a un tigre! Mas hoy, aún recorre la sabana un solitario tigre libremente enjaulado.
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