CAPITULO TERCERO "...a pesar de todo, sigo creyendo en los finales felices..."

(Frase regalada por Jaw Shümen)

La noche apesadumbrada floreció tierna y suave bajo las caricias del nectar cálido de la luna, todo envolvía deseo en una fulgurante noche de invierno. Las casas rezumaban somnolencia entre el vacío de sus calles, la ciudad dormía entre susurros mientras sentado frente a mi ventana oteo el horizonte, el sentimiento me nubla por impávidos deseos de reonocer entre las hojas el color de un reflejo, el temor de una imagen, el pavor de lo desconocido.

La inconsciencia de la gélida noche pretende devolverme a la realidad de un sueño inalcanzable a cuyo regazo anhelo llegar noche tras noche, lucho y lo persigo, mas no lo alcanzo y tras deseosos intentos de infructuosas batallas la luz de su ausencia me denota entre farolas noctámbulas el recuerdo muy presente de cuanto quise desear.

El camino sinuoso simpre se mostró dificil mas por unos instantes lo sentí cerca, lo observé con los ojos y lo acaricié con los dedos, mas el camino giró por cañadas oscuras y senderos tenebrosos y tras conducir mis pasos hacia el quinto infierno y aguardar bajo su regazo, recordaba entrepenumbras que si amaneciera un día más perdido en la penumbra no recuperaría el anhelo de otros tiempos.

El recuerdo de cuanto tuve se torna complicado cuando comprendo que nadie más puede ayudar a mi necesidad, nadie más puede calmar mi anhelo, pues la dificultad del camino se tornó cruel y con ayuda o sin ella, contigo sin ti alcanzaré mi camino blandiendo mi espada sobre recodos de injusticias.

Mi anhelo no desfallece, mi coraje no perece y mi lucha aquí florece pues como alguien plasmó en su retablo, "...a pesar de todo, sigo creyendo en los finales felices..."