PENSAMIENTOS INCOHERENTES DE LUCEROS INEXPERTOS

Exploradores selenitas

domingo, 8 de junio de 2008

CAPITULO OCTAVO: "La magnitud de una catástrofe depende del color de tu corazón."


Tras varios intentos infructuosos por mantener la consciencia ante tal batalla de dudas, sucumbió al dulce elixir de la somnolienta derrota y recostó su cuerpo sobre aquella roca alargada sita al borde del trazado.


Cuando recuperó el sentido no fue capaz de averiguar durante cuánto tiempo había permanecido adormilado sobre aquella fría piedra, pero supe que no era lo suficiente pues los florecidos interrogantes aún zozobraban alrededor de su maltrecha mente y pronto me derrumbé nuevamente sobre la roca sin solución alguna.


No tardó en despertar del regazo de la roca desnuda, pues un inesperado transeúnte interrumpió aquel intranquilo sueño, con unas dulces palabras susurradas sobre su oído, mientras un sutil toque a su hombro acompañaba en aquel despertar; al alzar la cabeza respiró con tranquilidad y sosiego pues la belleza de aquel tierno y dulce rostro semicubierto por el ala de un gran sombrero de paja aliviaba todo sufrimiento. Le tendió la mano y le ayudó a incorporarse.


Cuando estuvo erguido por completo y un escueto agradecimiento a su “despertador” permaneció inmóvil y con un cierto aire de felicidad entremezclada con aquellas ansias de incoherencia que aún flotaban en sus más profundos pensamientos. Contempló aquel mágico rostro por un instante más antes que el silencio fuese roto por unas suaves y delicadas palabras de despedida de aquel sorprendente y misterioso caminante.


Apenas pudo repetir palabra alguna de agradecimiento y un hilo de voz apenas audible salió entre sus labios para acompañar los pasos que le alejaban de su lado, mientras comprendía que tras aquel enorme sombrero de paja se mostraba oculto un rostro enigmáticamente extraño.


Y tras unos momentos de desconcierto comenzó a caminar comprendiendo que efectivamente había vuelto de nuevo al camino y que por dentro ya no se encontraba tan vacío como antes, se sentía nuevamente limpio entre aquella suciedad, feliz entre aquella tristeza y fuerte entre tanta debilidad, descubriendo que "la magnitud de una catástrofe depende del color de tu corazón...", y con pasos rígidos reanudó el camino.

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