PENSAMIENTOS INCOHERENTES DE LUCEROS INEXPERTOS

Exploradores selenitas

viernes, 13 de marzo de 2009

CAPITULO DECIMO: "A la sombra de una farola esperó"


La noche iluminó la ciudad, de nuevo la lúgubre caverna de armónica esperanza se deslizó sobre su techo devolviéndole a la realidad nocturna. Todo se cubría a su alrededor de un cálida, espesa y estremecedora niebla, bañándole de tierna melancolía.



Se acurrucó un poquito más sobre su propio regazo mientras cosía en su mente retazos de eternas noches de antaño. Mas allí estaba lejos de aquellos anhelos y pensamientos, retorcido sobre su propio cuerpo templando el alma con destellos luminosos de tiempos antiguos.



La marea nocturna crecía y crecía, era el momento mas fuerzas no hallaba y así se encogió una vez más comprendiendo definitivamente que nada podría hacer mientras las nubes continuasen allí, la noche era alta pero la niebla rebelde, y sentado junto a las sombras esperó.


Pasaban las noches y recostado sobre su estima se erguía con sigilo acentuando su lúgubre pena, consumiéndose por dentro y destruyéndose por fuera, pues comprendía pero no aceptaba. Y al fin, con le corazón en carne viva, sostuvo su aliento una vez más, alzó su cabeza y aulló a La Bella con toda su alma.


Y con el corazó palpitante aún en su garganta, reposó sobre su lecho y "a la sombra de una farola esperó."

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